Observatorio de maíz

Estudio del maíz del custodio de semillas Fabriciano Ortiz, Boyacá, Colombia. Variedades: maíz gato harinoso y cristalino, maíz rojo y maíz pajarito. Bandejas de barro blanco, corcho, agujas de acupuntura, copia figuras muiscas con cabeza de maíz.
Plato grande 2017: 60 cms diámetro x 12 cms alto. Platos pequeños 2017: 30 cms diámetro x 5 cms alto
Cada uno de estos maíces es el mar

un arrecife de coral

una enorme roca

la Tierra

una constelación

un meteorito

la Vía Láctea.

Los atraviesan estrellas fugaces, rayos de luz, nubes, lunas.

Juntos son bosques

hongos caminantes

lugares de pasto

paisajes

planetas

(Texto del video, Observatorio de maíz, 2016)
Instalación Museo de Antioquia 2014: 7 metros x 50 cms.

El observatorio de maíz es un proyecto de largo aliento, se compone de una serie de ensayos que se dirigen a crear espacios de contemplación para cada uno de los granos de maíz que crea el Custodio de Semillas Fabriciano Ortiz en su cultivo del municipio de Boyacá, en Boyacá.

Alejada momentáneamente de las angustias por las amenazas a la existencia de estas variedades de maíz nativas de la región cundiboyacense y del campesinado colombiano, causados por las políticas de monocultivo y la industria alimentaria, el ejercicio invita a disfrutar la diversidad de formas y colores, la enorme belleza de la “imperfección”, es decir, de aquellas semillas que no son homogéneas y regulares, como se requiere en los procesos industrials. En resumen la variabilidad que permite crear la vida en la tierra.

La observación lleva en 2017 a una relación entre tres creaciones de las culturas originarias: los tunjos de oro, las vasijas de barro y los granos de maíz. Tres formas surgidas de un mismo pensamiento.

En este ejercicio, fue revelador una inversión involuntaria de colores que me sucedió en el computador, en su negativo, los maíces aparecieron como la imagen de un planeta parecido a la Tierra, como corales, o atravesados por rayos de luz. Asimismo, han sido alimento los correos de Ana Broccoli, agrónoma argentina y directora de la cátedra de Soberanía Alimentaria, explicando la variabilidad de los genes saltarines: “te cuento que conocí en la Universidad de Cauca a un filósofo italiano que se alucinó al conocer estos mecanismos de inestabilidad génica que producen los elementos transponibles, elementos móviles o de control todos sinónimos y también llamados genes saltarines, por su capacidad de saltar de una ubicación en el cromosoma para insertarse en otra, pequeños segmentos de información genética “desobedeciendo” la posibilidad de expresar uniformemente algún patrón de color, dando rayas blancas en las hojas como el “iojap” o múltiples motas coloridas sobre los granos o en las hojas con manchas púrpura y así, infinitas posibilidades”.

Los ejercicios sobre la forma están siempre acompañados de eventos y festividades que permiten al público comer este maíz en preparaciones tradicionales o fusionadas, o también llevar semillas para sembrarlo, en coordinación con organizaciones custodias de semillas. En resumen saberlo vivo y actual, y no como reliquia del pasado.

 

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