Yo me la paso pensando en qué es comer. Qué significa comer, en mi locura mística. Podría pensar en qué es respirar, pero respirar es muy dado al misticismo: tiene la trampa de aparentar ser inmaterial… mientras comer es pura materia –babosa, amorfa, estomacal– y eso, precisamente, me ha permitido ver lo sagrado en la materia, concebir (de nacimiento) un misticismo material.
Y la verdad, respirar y comer serán lo mismo, un intercambio de materia, materia sagrada y viva, con intervalos más pausados.
Hay muchas cosas que pienso de la acción autocreadora de comer, voy a decir tres:
– Comer es ser transparente, me pregunta hasta dónde llega mi cuerpo, ¿hasta el río? ¿Hasta el mar? ¿Hasta los frutos del árbol? ¿hasta el Sol mismo? Mucho más allá…
– Comer pregunta por la imagen del mundo que forman la nariz y la boca. Y que nos guía desde el vientre hasta la cultura que somos. Nos divide el mundo, la marca primordial: lo que se puede comer y lo que está prohibido, lo que consideramos sabroso y lo que pensamos asqueroso, y así marca límites muy claros en nuestro paisaje y nuestro cuerpo.
– Comer tiene todo que ver con decir sí y saber decir no. El cuerpo pide y para, dice: “para, ya no más, no quiero”. No deberíamos obligar a nadie a comer, daña su sentido de límite, de elección, de confianza en sus sentidos.
Entonces ustedes hoy pueden decir no, no quiero.
**
Para comenzar elijo el camino de ser transparente, pregunto por la amplitud de mi cuerpo y sus límites, qué está vivo en mí, hasta dónde llego.
Y sigo con una historia:
Un taxista me dijo un día: nosotros venimos de las estrellas. Yo le pregunté que cómo sabía y me respondió: la cosa es sencilla, ¿no se da cuenta de la nostalgia que nos da mirarlas?
Otro día leí que lo que comemos, en últimas, es sol, es luz, la luz del sol en nuestro caso. Por eso comemos plantas, pues solo ellas han sabido cómo convertir la luz del sol en cuerpos, en sí mismas.
Dice Lyn Margulis, bióloga poeta:
“La vida es una exuberancia planetaria, un fenómeno solar. Es la transmutación astronómicamente local del aire, el agua y la luz que llega a la tierra, en células”Lynn Margulis y Dorion Sagan, Qué es la vida (What is life, 1995)
Astronómicamente local. Eso es la comida. Eso es el aire. Astronómicamente local.
Otros dicen que el agua es la misma luz, pero más densa, líquida.
El agua llegó a la tierra encaramada en cometas que se estrellaron con esta lava que apenas comenzaba a enfriarse.
Luz hecha materia. Hecha células. Carburación del aire. Sólo lo vivo transforma la luz en cuerpo, en su propio cuerpo.
Si les dijera que probaran el sol, ¿qué fruta comerían?
**
“Para la vida, la forma más importante de la radiación solar que recibimos no es la luz ultravioleta de onda corta, que destruye procesos bioquímicos, tampoco la radiación infrarroja de baja energía y onda larga, que los humanos percibimos como calor. Más bien, la vida depende de la radiación de onda mediana de la luz visible (…) En la fotosíntesis, la energía del fotón que viene de la luz del sol visible [del rojo, del amarillo, del naranja] excita un electrón en una molécula de clorofila”Lynn Margulis y Dorion Sagan, Qué es la vida (What is life, 1995)
La luz que está entre el ultravioleta, de onda corta, que destruye nuestros tejidos; y el infrarrojo, de onda larga, que percibimos como sabroso calor, nos alimenta. Los colores nos alimentan. La luz sabe. Y no es un decir.
Primero comimos luz, luego la hicimos ojos:
“En la era arcaica, algunos seres no eran verdes, sino rojos, pues obtuvieron su tono de la rodopsina, un pigmento sensible a la luz que, tal como el pigmento verde de la clorofila, captura la energía del fotón, para almacenarla, pero de una porción diferente del espectro lumínico. La rodopsina, hoy en variedades de arqueobacterias halophilicas (amantes de la sal) ejemplifica la química fundamentalmente conservadora de la vida, ya que la rodopsina se encuentra en las varillas retinianas de los peces marinos y se utiliza en nuestra propia visión, especialmente cuando la luz es tenue”. Lynn Margulis y Dorion Sagan, Qué es la vida (What is life, 1995)
**
A qué sabe el amarillo.
El amarillo es el color más extendido entre las flores y las frutas.
Es justo el color que está entre el verde y el naranja
El amarillo es dulce, sí… pero menos dulce que el naranja
Menos dulce que el rojo.
Tal vez menos que el morado
y mucho menos que el moradonegro…
Y no tanto como el blanco.
Definitivamente nada tan dulce como el blanco… el blanqueado es más dulce que la panela más melcochuda.
Una fruta blanca… la guanábana, la guama, el mangostino ….
Una fruta roja…
Una morada…
Una casi negra…
**
Comer es ser artista.
No son la cocina, ni la siembra -ni la cría, ni la caza, ni la pesca-, los únicos actos de creación con la comida: comer es creación: hace el cuerpo. Hace la vida.
La definición actual de vida la hizo el biólogo chileno Maturana: Un ser vivo es una entidad autopoiética: toma materia del ambiente y la transforma en sí misma: Se crea.
(No es raro que diga autopoiético un biólogo chileno, cuenta Jodorowsky que para los años 50, 60, Chile era un de un país de poetas. Chile es hoy, un país de poetas).
Poiesis y poesía, más que casi lo mismo: creación de mundo.
La vida es autocreación. Y la vida es autopoesía.
Un ser vivo tiene los mismos elementos del ambiente que lo rodea, solo que organizados de forma distinta, separado por una membrana permeable, obligatoriamente permeable, en constante intercambio.
Un ser vivo se teje a sí mismo, dice Lynn Margulis, bióloga, poeta.
No hay más arte que ser una misma. Que hacerse.
Es la tarea de un ser vivo: autocrearse. Y en eso, si lo hacemos bien, con sentidos plenos, alimentamos a muchos.
En el plato se concentra y se crea el paisaje: paisaje de monocultivo, paisaje de pequeña propiedad, paisaje diverso, paisaje desierto.
A partir de la boca, se crea el cuerpo.
A partir del cuerpo, se organiza el mundo.
Solo es gente el que sabe manejar su casa, su tierra, dice un sabio.
**
Incluso, fue a partir del cuerpo, que se creó este mundo:
Según el hermoso libro de Lynn Margulis y Dorion Sagan, Qué es la vida, los primeros seres vivos, en un planeta Tierra que no tenía oxígeno en su atmósfera, fueron bacterias fermentadoras.
Imaginar la tierra llena de gases de azufre y de hidrógeno es otra cosa. Volcanes activos echando gases, temperaturas de más de 250 °C. Todo parece indicar que la tierra tiene de vieja 4600 millones de años, y la vida comenzó hace 3.500 millones. La vida, siempre ávida de nacer, casi que surge con la tierra.
Leave a Reply